ARTE, GEOGRAFÍA E HISTORIA

 

 

 

 

 

 

Con equilibrio entre la arquitectura y la búsqueda de no chocar con su sensible entorno han planteado los arquitectos Ángela García de Paredes e Ignacio García Pedrosa el proyecto de la nueva Biblioteca Pública de Córdoba, que se ubicará en la zona posterior de los Jardines de la Agricultura y que podría comenzar en los próximos meses, según la expectativa del Ministerio de Cultura. Los creadores afirman en la memoria del primer proyecto que uno de los puntos fundamentales a la hora de crear este nuevo edificio está en conseguir la armonización con su entorno, algo fundamental cuando está frente a unos jardines históricos de Córdoba, inaugurados a principios del siglo XIX. Por eso se han planteado que el impacto visual sea el mínimo teniendo en cuenta el lugar de la ciudad en el que está previsto que se construya. 

El nuevo edificio tendrá una planta ligeramente superior a los 7.000 metros cuadrados, algo inferior a lo que se había previsto con anterioridad, ya que el Ayuntamiento de Córdoba había cedido al Ministerio de Cultura un espacio de 7.500 metros, los que van desde la avenida de los Mozárabes hasta la de Cervantes.

La nueva Biblioteca tendrá una edificación en forma de bancales, lo que hace que pierda algo de la edificabilidad que habría tenido si se hubiera aprovechado toda la planta. El aspecto exterior será de una planta baja bastante ancha y de dos o tres plantas más con algo menos de superficie, lo que se realizará para que el impacto visual sea mínimo, según las previsiones de quienes están realizando el proyecto. Los arquitectos justifican esta decisión por el hecho de reducir el impacto visual del edificio en el conjunto de su entorno. No es una cuestión baladí si se recuerda que varias asociaciones ecologistas habían protestado por la ubicación de la Biblioteca en los Jardines de la Agricultura y en el lugar en que hasta ahora había una rosaleda.

Aunque este emblemático espacio ha desaparecido en parte, los arquitectos esperan que el nuevo edificio se relacione bien con su entorno y recupere a su alrededor parte de la vegetación que caracterizaba a esta zona, aledaña a la avenida de América. No en vano, todavía se conservan los laterales de esta rosaleda, que los arquitectos quieren integrar con el edificio como recuerdo de las flores que crecieron en el lugar en que ahora se construirá la nueva Biblioteca, aunque la solución no ha sido del agrado de quienes pensaban que el edificio cultural se tenía que levantar en otra parte de la ciudad.

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